Ni me entiendo ni me
entienden;
ni me sirve alma ni
sangre;
lo que veo con mis
ojos
no lo quiero para
nadie.
Todo es extraño a mí
misma,
hasta la luz, hasta el
aire,
porque ni acierto a
mirarla;
ni sé cómo respirarle.
Y si miro hacia la
sombra
donde la luz se
deshace,
temo también
deshacerme
y entre la sombra
quedarme
confundida para
siempre
en ese misterio
grande.
Concha
Méndez.