EN EL CUMPLEAÑOS DE MAX
“Un día, Max, cuyo único trabajo consistía en llevar con su automóvil
boletines informativos para la Oficina Británica de Prensa, me dijo que era su cumpleaños
y que iba a derrochar una pequeña fortuna invitando a todos sus amigos y conocidos
a comer y beber con él. La fiesta que nos dio tenía algo desesperanzador. A pesar
del champaña que corría a discreción, la abundancia extravagante de los platos,
las mujeres, la música y el baile, la fiesta no fue un éxito. Los ingleses, naturalmente,
se emborracharon en seguida, y con esa especie de subacuático encanto que les caracteriza,
se deslizaron en su coma habitual. La velada me hizo pensar en una noche que pasé
en un salón de baile londinense, en compañía de un hombre de Bagdad. Durante toda
la noche me estuvo hablando de seguros, de trajes de etiqueta, y de la manera de
llevarlos. Max, que no bebió a causa de su quebrantada salud, se dedicó a llenar
los vasos y a brillar en mil facetas y reflejos, como si fuera un salón iluminado
con tintineantes arañas de cristal. Para terminar agradablemente la fiesta, sugirió
ir en automóvil hasta cualquier olvidado lugar y destrozar los coches. Con ocasión
de otra fiesta de este género, había subido con su automóvil los escalones del hotel
«King George», ante el asombro de todos los amigos. Dejé la fiesta a las tres de
la mañana aproximadamente, borracho, pero sin sentirme alegre.”
Henry
Miller. El coloso de Marusi. Editorial Seix Barral.