EN EL LAGO LEMÁN
LIBRO
III
I. “Pasada
ya buena parte del invierno, y habiendo dado sus órdenes para el acarreo de las
provisiones, repentinamente le avisaron los espías cómo los galos, de noche,
habían todos abandonado el arrabal que les concedió para su morada, y que las
alturas de las montañas estaban ocupadas de grandísimo gentío de sioneses y
veragros. Los motivos que tuvieron los galos para esta arrebatada resolución de
renovar la guerra con la sorpresa de la legión, fueron éstos: primero, porque
les parecía despreciable por su corto número una legión, y ésta no completa,
por haberse destacado de ella dos cohortes y estar ausentes varios piquetes de
soldados enviados a buscar víveres por varias partes. Segundo, porque
considerada la desigualdad del sitio, bajando ellos de corrida desde los montes
al valle, disparando continuamente, se les figuraba que los nuestros no podrían
aguantar ni aun la primera descarga. Por otra parte, sentían en el alma se les
hubiesen quitado sus hijos a títulos de rehenes, y daban por cierto que los romanos
pretendían apoderarse de los puertos de los Alpes, no sólo para segundad de los
caminos, sino también para señorearse de aquellos lugares y unirlos a su
provincia confinante.”
Julio
Cesar. La guerra de las Galias. Ediciones Orbis.