“El
histérico cautiva ese objeto en una intriga refinada y su ego está en el
tercero por cuyo intermedio el sujeto goza de ese objeto en el cual se encarna
su pregunta. El obsesivo arrastra en la jaula de su narcisismo los objetos en
que su pregunta se repercute en la coartada multiplicada de figuras mortales y,
domesticando su alta voltereta, dirige su homenaje ambiguo hacia el palco donde
tiene él mismo su lugar, el del amo que no puede verse.”
Jacques
Lacan