LONDRES Y EL ESTIERCOL
“Como de niño me eduqué
en Londres cuando la ciudad mecanizada todavía estaba en la era del ferrocarril
y como he vivido hasta la del automóvil, estoy en condiciones de establecer una
comparación entre estos dos períodos sobre la base de una experiencia directa.
La ciudad mecanizada de la era del ferrocarril era más sucia que su sucesora
actual. Chimeneas de fábricas y ferrocarriles subterráneos vomitaban humo.
Recuerdo la niebla permanente azul-negruzca en la estación del subterráneo en
Grower Street, y la gran cantidad de humo arrojado por las locomotoras, que
solía subir a través de las rejas hasta la calle. El subterráneo todavía no
estaba electrificado y las fábricas no eran obligadas a usar combustible sin
humo. Las nieblas de Londres solían durar algunas veces tres días seguidos, con
los faroles de gas encendidos en las calles y las casas iluminadas durante todo
ese tiempo, inclusive en las horas del día. En época lluviosa las calles
estaban enlodadas; el barro era una mezcla malsana de suciedad y estiércol de
caballo; y los peatones que tenían que atravesar una calle, daban agradecidos
un penique a quien barría los cruces y los mantenía relativamente limpios. Por
otra parte, lo peor que podía pasarle a un transeúnte al cruzar la calle era
ensuciarse el calzado.”
Arnold
Toynbee.
Ciudades en marcha.
Alianza Editorial.
Ciudades en marcha.
Alianza Editorial.