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viernes, 22 de enero de 2016

ALLÁ EN LAS INDIAS






POR HACER LO QUE NUNCA APRENDIERON


       “E por no perder el tiempo ni gastar la comida en balde, acordó el Capitán que luego se pusiese por obra lo que se había de hacer, y así mandó aparejar lo necesario, y los compañeros dijeron que querían encomenzar luego su obra; y hubo entre nosotros dos hombres a los cuales no se debe poco por hacer lo que nunca aprendieron, y parecieron ante el Capitán y le dijeron que ellos, con ayuda de Nuestro Señor, harían los clavos que fuesen menester, que mandasen a otros hacer carbón. Estos dos compañeros se llamaban el uno  Juan de Alcántara, fidalgo natural de la villa de Alcántara, y el otro Sebastián Rodríguez, natural de Galicia; y el Capitán se lo agradeció prometiéndoles el galardón y pago de tan gran obra; y luego mandó facer unos fuelles de borceguíes, y así todas demás herramientas, y los demás compañeros mandó que de tres en tres diesen buena hornada de carbón, lo cual se puso luego por obra, y tomó cada uno su herramienta y se iban al monte a cortar leña y la traer a cuestas desde el monte hasta el pueblo, que habría media legua y hacían sus hoyos, y esto con muy gran trabajo. Como estaban flacos y no diestros en aquel oficio, no podían sufrir la carga, y los demás compañeros que no tenían fuerza para cortar madera, sonaban los fuelles y otros acarreaban agua, y el Capitán trabajaba en todo, de manera que todos teníamos en qué entender. Diose tan buena manera nuestra compañía en este pueblo que la fábrica desta obra, que en veinte días, mediante Dios, se hicieron dos mil clavos muy buenos y otras cosas, y dejó el Capitán la obra del bergantín para donde hallase más oportunidad y mejor aparejo.”


Gaspar del Carvajal. 
Relación del nuevo descubrimiento del Rio Grande por el capitán Francisco de Orellana.