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sábado, 22 de agosto de 2015

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




A PRECIO DE SALDO


       “Menos de un año después, tuve la oportunidad de comprar el tipo de barco que siempre había querido a precio de saldo. Era un crucero de treinta metros con un motor Diesel de dos hélices, con dos dormitorios principales, tres dormitorios más pequeños y un salón en el que podían dormir cuatro más. Requería una tripulación de cinco personas: capitán, mecánico, cocinero, camarero y marinero de cubierta. Uno de sus dos botes salvavidas había llevado un motor de seis cilindros. Este barco de ensueño había sido construido para el director del Times de Seattle a un precio de cien mil dólares, pero sólo había sido usado una vez. En su primer viaje, su mujer y sus hijos se marearon mucho y asqueado lo puso inmediatamente en venta. Yo conseguí aquel ligero y bonito yate, que sólo había visto cuarenta horas de servicio, por veinticinco mil dólares en efectivo. Cuando se cerró el trato, me fui a Seattle y navegué con él hasta el puerto de San Pedro naturalmente, con alguna ayuda del capitán y la tripulación.
       Aquel fin de semana llevamos de viaje a un nutrido grupo de amigos hasta la isla Catalina. Entre los que iban a bordo estaba mi jefe, Louis B. Mayer, quien, después de inspeccionar la nave, dijo:
       --No sé lo que has pagado por este barco, Buster, pero sea lo que sea, puedes obtener un beneficio de diez mil dólares ahora mismo vendiéndomelo a mí.”



Buster Keaton. 
Slapstick. Memorias… 
Plot Ediciones.