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jueves, 17 de julio de 2014

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA






EN PAISAJE DE ELEFANTES


Hay novelas que nos aplastan
contra el pavimento calcinado.

Aplastan el aire que nos rodea.
Avanzan como elefantes
taciturnos por el secarral
mortecino de la gramática.

Arde la ciudad sin remedio ni razón.
Aguardan los verdugos el conocimiento.
Nos aplastan los capítulos en llamas.
Patalea irritado el humo de los prólogos.

Avanzan los elefantes escasos de aguardiente.

Y en el río,
que agoniza bajo un sol
de plomo atómico, pacen
algunas páginas aburridas y agarrotadas
en la estantería repetida del mediodía.

                                                                              Adelina Aller

martes, 15 de julio de 2014

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE





TABACO


Los “smokingrooms”.

“Cuando vengan  ustedes ·a Londres y vean en algún departamento de cualquier restaurant un letrero que dice Smokingroom, no hagan ustedes lo que un amigo mío que, como estaba de americana, no se atrevió a entrar. Smoke significa humo, y Smoking, humeando, y Smokingroom habitación humeante. Por supuesto que este humo es humo de tabaco. Todas las habitaciones de Londres están llenas en esta época de humo de carbón, y, sin embargo, no todas son smoking-rooms. Si ustedes añaden en alguna de ellas una bocanada de humo de tabaco al humo de la chimenea, tendrán que pagar cuarenta chelines de multa.
Acabo de leer un artículo muy curioso sobre la .prohibición de fumar en los ferrocarriles ingleses. Resulta que sólo un dos y medio por ciento del promedio de viajeros pertenece a la categoría de no fumadores. Sin embargo, en trenes de cincuenta vagones no suele haber más de dos departamentos smoking. Estos dos departamentos se llenan inmediatamente, y 1a mayoría de los fumadores tienen que sacrificarse en aras de unos no fumadores hiperbólicos.
¡Con lo largos, con lo aburridos que son los viajes en ferrocarril! ¡Cuando hasta el mayor enemigo del tabaco le pediría un pitillo al vecino de enfrente para matar el tiempo¡!Es absurdo, pero es así: Al hacer el reglamento de ferrocarriles, los ingleses han supuesto una mayoría de no fumadores. Esta mayoría no existe, pero debiera existir.
Ya que no tenga existencia real, se le ha dado una existencia legal, y, como los ingleses son tan respetuosos de la  ley, se echan al coleto viajes de quince horas sin encender un pitillo, para no molestar a un no fumador inexistente. ¡Civismo admirable que sólo se ve en Inglaterra!
En España y en Francia, un departamento es de fumadores o de no fumadores, según esté o no ocupado por personas que fumen.
Yo hice un viaje de París a Dieppe, bajo la etiqueta de no fumadores; y, sin embargo, encendí un pitillo. Ningún francés protestó; pero un  inglés  que estaba enfrente de mí, me llamó la atención. Yo no tuve más remedio que arrojar el pitillo por la ventanilla. El inglés, muy contento, se arrellanó y se puso a dormitar. A la media hora roncaba. ¡Con qué satisfacción le dí una palmadita en el hombro!
--Perdone usted. Está usted roncando.
--Es que tengo un perfecto derecho a dormir.
--Tiene usted derecho a dormir, pero no lo tiene usted a roncar. Váyase usted. a un departamento de·roncadores.
--Yo no molesto a nadie.
--Molesta usted a todo el  mundo.
Los franceses se pusieron de mi parte. El inglés dijo que no roncaría, pero que dormiría. Cinco minutos después roncaba como un elefante.
--Espece d'artiste-- le dije. Acaba usted de soltar un do de pecho.
El inglés se moría de sueño, pero no pudo dormir. Seguramente, el acto de roncar le producía a él un placer mucho más intenso del que me hubiera producido a mí el acto de fumar. Sin embargo, dejó de roncar para que yo no fumase. Llegamos a Dieppe y nos embarcamos. Yo instalé mis bártulos en un camarote y subí a cubierta. El inglés, despejado con los aires del mar, estaba allí fumando una pipa. El humo del tabaco no le molestaba absolutamente nada. Si había protestado de mi pitillo no había sido por  él, sino por el no fumador hipotético. Ante todo, la observancia de las leyes.
El autor del artículo a que he aludido antes protesta contra la prohibición de fumar que existe para los viajeros no sólo en los coches, sino en las salas de espera, en las cantinas de las estaciones y en todas partes. A mí un inglés que protesta me parece siempre muy original.
--¡Poor lady Nicotine!-- dice el articulista. Y el caso es que el tabaco es un gran estimulante del idealismo, y que en este sentido convendría mucho protegerlo aquí.
Lady Nicotina, como otras muchas ladys, no menos voluptuosas, tiene infinidad de adoradores en Inglaterra, pero legalmente se supone que no. Con que no se fume de un modo oficial., para los ingleses es como si no se fumara. Y así sucesivamente.”


Julio Camba. Londres. Renacimiento.

domingo, 13 de julio de 2014

OBITER DICTUM






"Santiago, 16 de diciembre de 1861.

Mi querido Manolo: Hemos llegado a ésta ayer domingo, a las ocho de la noche, sin novedad particular, aunque llenas de aburrimiento y cansancio.
Ahora vamos a otra cosa. En Santiago hace un frío espantoso y apareció a mis ojos tal cual lo he descrito en Mauro. Jamás he visto tanta soledad, tanta tristeza, un cielo más pálido. En cambio, La Coruña estaba hermosísima. Una temperatura de primavera y un sol brillante. Estaba por quedarme ya en ella. Si aquí me fuese mal, allá me iba, pues ya tenía un sitio muy bueno, y bien amueblado, donde por tres duros al mes me ponían servicio, habitación y planchado. Lo demás está tan caro en Santiago como en La Coruña.
         Por ahora me encuentro aquí en extremo descontenta. Santiago no es ciudad; es un sepulcro. No vayas a creer, sin embargo, que ya tengo melancolía, que voy a enfermar. Nada de eso. Sólo tengo una pequeña indisposición al vientre efecto del viaje. Por lo demás, estoy bien. Mamá y la niña también están buenas, gracias a Dios.”


Rosalía de Castro.

sábado, 12 de julio de 2014

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA






                           LA DANZA DE LAS HORAS


Hoy, que está la mañana fresca, azul y lozana;
hoy, que parece un niño juguetón la mañana,
y el sol parece como que quisiera subir
corriendo por las nubes, en la extensión lejana,
      hoy quisiera reír…

Hoy, que la tarde esta dorada y encendida;
en que cantan los campos una canción de vida,
bajo el cóncavo cielo que se copia en el mar,
hoy, la Muerte parece que estuviera dormida,
      hoy quisiera besar…

Hoy, que la luna tiene un color ceniciento;
hoy, que me dice cosas tan ambiguas el viento
a cuyo paso eriza su cabellera el mar;
hoy, que las horas tienen un sonido más lento,
      hoy quisiera llorar…

Hoy, que la noche tiene una trágica duda,
en que vaga en la sombra una pregunta muda;
en que se siente que algo siniestro va a venir,
que se baña en el pecho la Tristeza desnuda,
      hoy quisiera morir…


                                                             Abraham Valdelomar

jueves, 10 de julio de 2014

OBITER DICTUM






«No es fácil que se pueda ver que alguien es infeliz por no fijarse en lo que sucede en el alma de otro, pero es forzoso que sean infelices quienes no siguen de cerca los movimientos de su propia alma.»

Marco Aurelio.

martes, 8 de julio de 2014

OBITER DICTUM






“Bayona está repleta de fascistas españoles. Son ellos los que definen el estilo de la ciudad —llenan todas las mesitas de los cafés, vociferan en los bulevares, con sus altaneras jetas de degenerados, sus orgullosas cabezas, sus macizas sortijas en los dedos—. Forman grupos ante los quioscos, cogen el periódico recién llegado de San Sebastián y ahí mismo, gritando, sin escrúpulos, lo declaman. El periódico comunica noticias pasmosas, mata, tritura, hace papilla a los republicanos... Revista de la prensa alemana e italiana recién salida, crónica deportiva de Berlín y de Lisboa. La ebria charlatanería del general Queipo de Llano, que ya estomaga y va en la última página. En cambio, en la primera página, en un puesto de honor del periódico, figura la declaración de Trotski de que los días del Komintern y de la Unión Soviética están contados. En la orquesta de la prensa fascista, el fagot chillón de Trotski ejecuta arias cada vez de mayor responsabilidad. No es casual que los facciosos españoles se encuentren.”


Mijail Koltsov

lunes, 7 de julio de 2014

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE





MARINES EN DANANG


“Los días eran todos semejantes. El sol salía alrededor de las seis y cambiaba de color a medida que ascendía, del rojo al oro, del oro al blanco. Las neblinas de los arrozales se evaporaban y la brisa del amanecer se desvanecía. A mediodía, nada se movía bajo el cielo brillante. Los campesinos abandonaban los campos en busca de la sombra de sus aldeas; los búfalos permanecían inmóviles en los cenagales, dejando asomar únicamente sus cabezas y sus gruesos y curvados cuernos por encima del barro; los árboles estaban tan quietos como plantas en un invernadero. A media tarde soplaba el viento desde las montañas, un viento ardiente que levantaba el polvo de los caminos y los secos arrozales crujían bajo el sol, en los lugares donde se había recolectado el arroz. Toda vez que soplaba el viento, no podíamos mirar a ningún lado sin ver polvo: nubes de polvo, mantos de polvo, demonios de polvo que se arremolinaban en las tiendas cuyas paredes de lona ondulaban como velas, tensaban las cuerdas y desaparecían súbitamente cuando pasaba el remolino. No era un polvo agradable sino un elemento espeso que se adhería a todo lo que tocaba, a la carne a los fusiles, a las hojas de los árboles. Cubría el grasiento equipo de cocina del fogón, de modo que teníamos que comer polvo además de respirarlo. Y también beberlo, porque se filtraba en las bolsas y en los botes defectuosos, por lo que el agua sabía a barro tibio. A última hora de la tarde, las montañas otorgaban una prematura luz crepuscular al llano costero, pero el temprano anochecer era el peor momento. El viento amainaba y el aire se volvía sofocante a medida que la tierra liberaba el calor que había absorbido a lo largo de día. Bebíamos de nuestras cantimploras hasta que las barrigas sobresalían y tratábamos de movernos lo menos posible. El sudor chorreaba por nuestro cuerpo y nuestra cara. El polvo adherido a nuestra piel se espesaba en una película gomosa. Las temperaturas no revelaban nada: el clima de Indochina no se presta a las normas de medición convencionales. El hilo de mercurio puede llegar un día a los 37 grados, a 43 el siguiente y a 40 dos días más tarde, 0ero estas cifras no expresan la intensidad de aquel calor, del mismo modo que la lectura de un barómetro no indica el poder destructivo de un tifón. La única medida válida era lo que el calor podía hacerle al hombre, y eso era bastante sencillo: matarlo, cocerle los sesos o exprimirle el sudor hasta que abandonaba por cansancio. Los pilotos y los mecánicos de la base podían escapar a sus frescas barracas o clubs con aire acondicionado, pero dentro de la zona no era posible hacer nada con el calor, excepto soportarlo. El alivio sólo llegaba por la noche y la noche siempre era portadora de enjambres de mosquitos palúdicos y del crac-crac-crac de los fusiles de los francotiradores.”


Philip Caputo. 
Un rumor de guerra. 
Inédita Editores.

sábado, 5 de julio de 2014

Y EL ÓBOLO BAJO LA PUERTA






[…]

Contemplándome o estrellándome
en todos los espejos rotos de la nada, polvoroso

y ultrarremoto desde el origen.

El callejón de los ancianos muere donde mueren las
                últimas águilas…

[…]


     Pablo de Rokha.

viernes, 4 de julio de 2014

OBITER DICTUM






«Entre las gentes que pululaban en torno al comando no faltaban los hombres que se consideraban indispensables para ciertas funciones y quienes a toda costa querían ser el relevo de los que ejercían determinados mandos o desempeñaban cargos de responsabilidad; tampoco escaseaban los de aspecto facineroso que aspiraban (o pretendían) remediarlo todo por la violencia, pero que, invariablemente, no estaban nunca bien dispuestos a aplicarla batiéndose en la línea de fuego; naturalmente eran éstos los fanfarrones y matones de siempre, esa auténtica élite de truhanes que actúa en la retaguardia de los frentes de combate en todas las guerras, especialmente en las civiles y en las revoluciones; verdaderos especialistas en el ataque a traición o en pandilla contra los indefensos. »

Vicente Rojo.

miércoles, 2 de julio de 2014

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






EL SUEÑO DE ULJETU


            “Fue imposible dormir durante el viaje nocturno. El autobús avanzaba dando sacudidas por carreteras secundarias y paraba cada media hora en un chai-khana. Por el altavoz se oía el parloteo incesante de un sermón. Llegamos a Zanjan pasada la medianoche, absolutamente agotados. En dos hoteles se negaron a aceptarnos, y en el tercero el dueño nos hizo pasar a un cuchitril sin ventanas y con las paredes llenas de inscripciones. Nos contó que diez años atrás había estado en Aberdeen, y la verdad es que olía como si no se hubiese lavado desde entonces. En su defensa hay que decir que en su hotel tampoco se veía ninguna instalación para hacerlo.
         A la mañana siguiente nos levantamos temprano y cogimos un microbús lleno de viejas coléricas. Nos dirigíamos a Sultaniya, ahora una extensión de ruinas a punto de desmoronarse, pero que en una época había sido la capital de la Persia mongol, desde donde se gobernaba un imperio que se extendía desde el Oxus hasta el Éufrates.
         Cuando Polo pasó por Persia en su viaje de ida, la ciudad aún no estaba construida y sus tierras todavía estaban ocupadas por los trigales Qongqur-Oleng, las praderas doradas. Pero en 1324, cuando Polo murió, la ciudad superaba el millón de habitantes. Sultaniya se construyó por encargo del kan Il Uljetu, el hijo del tataranieto de Gengis Kan, un personaje al estilo de Claudio a quien su familia llamaba “El Mulatero” y que los libros de historia mencionan por su amplio y diversificado interés en la religión. Nacido cristiano nestoriano, fue bautizado con el nombre de Nicolás y sucesivamente se hizo chamanita, budista, musulmán chiíta, para abrazar finalmente la fe sunnita. Después de profesar todas las religiones accesibles, murió de un trastorno digestivo en 1316.
         Sultaniya era su gran pasión. Había pasado buena parte de su infancia cazando en los ricos pastos que había allí y en 1305 empezó la obra de lo que él quería que fuese la ciudad más grande y magnífica del mundo. Se levantaron las murallas, que medían treinta mil pasos de circunferencia, y en su interior apareció como por ensalmo toda una red de calles. Se alentó a nobles y oficiales a que construyeran palacios para ellos y casas para los campesinos. El visir e historiador Rachid ed-Din hizo edificar todo un barrio al que modestamente dio el nombre de Rachiddya en honor de su persona. En él podían encontrarse veinticuatro caravasares, una magnífica mezquita, dos alminares, una escuela, un hospital, mil quinientas tiendas, más de “treinta mil casas fascinantes, baños salubres, agradables jardines, fábricas de papel y de tejidos, una fábrica de tintes y una ceca”. Los artesanos y mercaderes fueron trasladados a la fuerza a la ciudad, y a cada oficio se le asignó su propia calle. Se propuso que Sultaniya se convirtiera en un centro de peregrinación, para lo cual Uljetu empezó a construir un enorme mausoleo en el centro de la ciudad destinado a albergar los cuerpos de los dos santos más importantes del mundo chiíta, Hussein y Alí, pero su conversión al islamismo sunnita truncó el proyecto de convertir Sultaniya en la meca chiíta. El mausoleo se convirtió en su propia tumba.
         Muy pronto el lugar empezó a prospera. El historiador Mustawfi afirmó que en ningún lugar del mundo se encontraban edificios tan hermosos y que los bazares no tenían parangón en todo el imperio mongol.

Allí podía encontrase todo lo inimaginable. Piedras preciosas y costosas especias de la India; turquesas de Khurasan y Fergana; lapislázuli y rubíes de Badakhshan; perlas del golfo pérsico; sedas de Gilan y Mazandaran; añil de Kirman, los magníficos tejidos de Yazd; las telas de Lombardía y Flandes, seda en rama, brocados, lacas, almizcle, ruibarbo chino, perros de caza árabes, halcones turcos, sementales de Hijaz…

Incluso había un arzobispo católico.
         Sin embargo la prosperidad fue ilusoria. Con toda su magnificencia, Sultaniya era la obra de un hombre, y murió con él. El día en que Uljetu fue enterrado, catorce mil familias abandonaron la ciudad. Les habían obligado a vivir allí por capricho de un gobernante extranjero, y aprovecharon la primera oportunidad que se les presentó para marcharse. En verano era fresco y agradable, pero durante el resto del año hacía un frío insoportable. El suministro de agua era inadecuado. Quedaba apartada de la ruta principal de la seda y los mercaderes empezaron a pasar de largo tan pronto como dejaron de obligarles a que se desviasen. Su esplendor se desvaneció con rapidez. Los sucesores de Uljetu trasladaron la capital a Tabriz. La población de Sultaniya inició el éxodo; las casas de adobe fueron arrastradas por la corriente. No quedó ni siquiera el espectro de la ciudad: simplemente desapareció. Lo único que se conservó fue el enorme mausoleo de Uljetu.
         Lo primero que vimos fue la enorme cúpula turquesa que resplandecía bajo los primeros rayos de sol de la mañana. Se erguía en medio de la extensión plana de una dehesa, solitaria como una montaña artificial de lacrillos y azulejos. El microbús no tenía ninguna para allí y nos dejo en la carretera principal, a tres kilómetros, que tuvimos que recorre andando.
         La tumba podría ser considerada en sí misma como una extraordinaria construcción de cualquier época, pero considerando que es el primer monumento de importancia que emerge de las cenizas de las invasiones mongoles, merece ocupar un puesto de honor entre las obras realizadas por el hombre medieval. El mausoleo fue construido sólo cincuenta años más tarde que la medersa de Sivas, pero ambas edificaciones están separadas por un gran golfo. En 1320, todas las ideas del Taj ya estaban expresadas aquí, en las llanuras al este de Tabriz. El Taj no es más que el refinamiento de Sultaniya, ya que en lo esencial es una repetición de una idea trescientos años más antigua. Robert Byron escribió que la audaz imaginación de Uljetu le recordaba a la de Brunelleschi, pero en realidad no existe una osadía comparable en toda la arquitectura europea. Como si San Pedro se hubiera construido cincuenta años después que Chartres.”


William Dalrymple. Tras los pasos de Marco Polo. Edhasa.

martes, 1 de julio de 2014

ALLÁ EN LAS INDIAS




LAS VOLUNTADES DE LA TIERRA


«Dentro del Once Ahau Katún fue cuando salió Ah-Mucen-Cab a vendar los ojos de los Trece dioses. No supieron su nombre. Solamente sus hermanas y sus hijos se lo dijeron, y tampoco podían ver su cara. Era el momento en que acababa de despertar la tierra. No sabían lo que iba a suceder.
Y fueron cogidos los Trece dioses por los Nueve dioses. Y llovió fuego, y llovió ceniza y cayeron árboles y piedras. Y vino el golpearse los árboles y las piedras unos contra otras.
Y fueron cogidos los Trece dioses, y fue rota su cabeza y abofeteado su rostro, y fueron escupidos, y se los cargaron a las espaldas. Y fue robada su Serpiente de Vida, con los cascabeles de su cola, y con ella, fueron cogidas sus plumas de quetzal. Y cogieron habas molidas junto con su semen y, junto con su corazón, semilla molida de calabaza, y semilla gruesa molida de calabaza, y frijoles molidos. Y El que es eterno, lo envolvió y lo ató todo junto, y se fue al decimotercero piso del cielo.
Y entonces cayeron su piel y las puntas de sus huesos aquí sobre la tierra. Y fue entonces que se escapó su corazón, porque los Trece dioses no querían que se les fuera su corazón y su semilla. Y fueron matados a flechazos los huérfanos, los desamparados y las viudas, que vivían sin fuerza para vivir.
Y fueron enterrados por la orilla de la arena en las olas del mar. Y entonces, en un solo golpe de agua, llegaron las aguas. Y cuando fue robada la Gran Serpiente, se desplomó el firmamento y hundió la tierra. Entonces los Cuatro dioses, los Cuatro Bacab, lo nivelaron todo. En el momento en que acabó la nivelación, se afirmaron en sus lugares para ordenar a los hombres amarillos.
Y se levantó el Primer Arbol Blanco, en el Norte. Y se levantó el arco del cielo, señal de la destrucción de abajo. Cuando está alzado el Primer Arbol Blanco, se levantó el Primer Arbol Negro, v en él se posó el pájaro de pecho negro. Y se levantó el Primer Arbol Amarillo, y en señal de la destrucción de abajo, se posó el pájaro de pecho amarillo. Y se oyeron los pasos de los hombres amarillos, los de semblante amarillo.
Y se levantó la Gran Madre Ceiba, en medio del recuerdo de la destrucción de la tierra. Se asentó derecha y alzó su copa, pidiendo hojas eternas. Y con sus ramas y sus raíces llamaba a su Señor.
Y se levantó Chac-piltec, al Oriente de la tierra. Y llamaba a su Señor. Y se alzó Zac-piltec, al Norte de la tierra. Y llamaba a su Señor. Y se levantó Lahun-chan, y llamaba a su Señor. Y se alzó Kanpiltec, y llamaba a su Señor. Estas son las Voluntades de la tierra.»

Juan José Hoil. Chilam Balam de Chumayel.