«Así es como la frase de
Freud a Jung, de cuya boca la conozco, cuando, invitados los dos en la Clark
University, tuvieron a la vista el puerto de Nueva York y la célebre estatua
que alumbra al universo: “No saben que les traemos la peste”, le es enviada de
rebote como sanción de una hybris cuyo turbio resplandor no apagan la
antífrasis y su negrura. La Némesis, para agarrar en la trampa a su autor, sólo
tuvo que tomarle la palabra. Podríamos temer que hubiese añadido un billete de
regreso en primera clase.»
Jacques Lacan