EDAD DE ORO
Un dia u otro
todos seremos felices.
Yo estaré libre
de mi sombra y mi nombre.
El que tuvo temor
escuchará junto a los suyos
los pasos de su madre,
el rostro de la amada será
siempre joven
al reflejo de la luz antigua en
la ventana,
y el padre hallará en la despensa
la linterna
para buscar en el patio
la navaja extraviada.
No sabremos
si la caja de música
suena durante horas o un minuto;
tú hallarás –sin sorpresa–
el atlas sobre el cual soñaste
con extraños países,
tendrás en tus manos
un pez venido del río de tu
pueblo,
y Ella alzará sus párpados
y será de nuevo pura y grave
como las piedras lavadas por la
lluvia.
Todos nos reuniremos
bajo la solemne y aburrida mirada
de personas que nunca han
existido,
y nos saludaremos sonriendo
apenas
pues todavía creeremos estar
vivos.
Jorge Terllier