YA SIN MEMORIA NUESTRA
En general pusimos
excesivo cuidado, no
tanto en el hacer,
que es toda la razón del
arte,
como en hacer visible
allí lo nuestro.
Para aquellas palabras
buscamos argumento
que nos significase un
poco ante los otros.
Sólo más tarde
descubrimos,
cuando una costra tenue
comenzó a recubrir
la tierna adolescencia
prolongada,
otro oficio más cierto.
Del mismo amor era
posible
hacer simples objetos,
más reales que nuestro
propio amor.
Objetos para dar y para
olvidar,
para perder y recobrar,
para desnacer,
para vivir,
para estar.
Y en la fidelidad de la
materia, usado,
prohijado, devuelto,
ya sin memoria nuestra,
nuestro ser.
José Ángel Valente