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sábado, 15 de junio de 2013

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




EL INGLÉS DE NÁPOLES



Nápoles, 22 de mayo de 1787

         Hoy me ha ocurrido una agradable aventura que me dio bastante que pensar y que merece ser contada.
Una dama que ya durante mi anterior estancia se mostró muy atenta conmigo, me rogó presentarme por la tarde a las cinco en punto en su casa, porque un inglés deseaba hablar conmigo acerca de mi Werther.
         Hace medio año, aunque le hubiese tenido el doble de aprecio, mi respuesta habría sido negativa; pero el hecho de aceptar me permitió comprobar que el viaje a Sicilia había tenido un efecto provechoso en mí.
         Por desgracia es tan grande la ciudad y son tantas las cosas por ver que subí las escaleras de su casa con un retraso de un cuarto de hora; me hallaba pisando la esterilla de caña delante de su puerta cuando ésta se abrió antes de que tocara la campanilla, y salió un hombre bien parecido, de mediana edad, en el que reconocí de inmediato al inglés.
         --¡Usted es el autor del Werther!  --dijo apenas me vio.
Lo afirmé y pedí disculpas por no haber llegado antes.
--No podía esperar ni un momento más –respondió--. Lo que tengo que decirle es muy breve y lo haré aquí mismo. No quiero repetir lo que miles de personas le han dicho, además, la obra no me ha impresionado tanto como a otros. Pero siempre que me detengo a pensar lo que se necesita para escribirla, me maravillo de nuevo.
Quise responderle algo para expresar mi gratitud, pero me dejó con la palabra en la boca y exclamó:
--No puedo demorarme ni un instante más, se ha cumplido mi deseo de decirle esto personalmente, ¡que le vaya bien y sea feliz! --Y corrió escaleras abajo.
Durante un rato me quedé reflexionando sobre estos halagos y finalmente toqué la campanilla. La dama se mostró contenta al saber de nuestro encuentro y elogió a aquel hombre raro y singular.


Johann W. Goethe. Viaje a Italia. Ediciones B.