EL INGLÉS DE NÁPOLES
Nápoles, 22 de mayo de 1787
Hoy me
ha ocurrido una agradable aventura que me dio bastante que pensar y que merece
ser contada.
Una dama que ya durante mi anterior estancia se mostró
muy atenta conmigo, me rogó presentarme por la tarde a las cinco en punto en su
casa, porque un inglés deseaba hablar conmigo acerca de mi Werther.
Hace
medio año, aunque le hubiese tenido el doble de aprecio, mi respuesta habría
sido negativa; pero el hecho de aceptar me permitió comprobar que el viaje a
Sicilia había tenido un efecto provechoso en mí.
Por
desgracia es tan grande la ciudad y son tantas las cosas por ver que subí las
escaleras de su casa con un retraso de un cuarto de hora; me hallaba pisando la
esterilla de caña delante de su puerta cuando ésta se abrió antes de que tocara
la campanilla, y salió un hombre bien parecido, de mediana edad, en el que
reconocí de inmediato al inglés.
--¡Usted
es el autor del Werther! --dijo apenas
me vio.
Lo afirmé y pedí disculpas por no haber llegado
antes.
--No podía esperar ni un momento más –respondió--.
Lo que tengo que decirle es muy breve y lo haré aquí mismo. No quiero repetir
lo que miles de personas le han dicho, además, la obra no me ha impresionado
tanto como a otros. Pero siempre que me detengo a pensar lo que se necesita
para escribirla, me maravillo de nuevo.
Quise responderle algo para expresar mi gratitud,
pero me dejó con la palabra en la boca y exclamó:
--No puedo demorarme ni un instante más, se ha
cumplido mi deseo de decirle esto personalmente, ¡que le vaya bien y sea feliz!
--Y corrió escaleras abajo.
Durante un rato me quedé reflexionando sobre estos
halagos y finalmente toqué la campanilla. La dama se mostró contenta al saber
de nuestro encuentro y elogió a aquel hombre raro y singular.
Johann W. Goethe. Viaje a Italia.
Ediciones B.