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jueves, 7 de marzo de 2013

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




LENGUAS DE BRONCE




Enero 1°  de 1888.—A las primeras horas de la mañana nos pasó delante el vapor de Cook, Prince Abbas; nuestra faluca, que fue a su costado, trajo al regresar algunos cestos con provisiones de boca.
Hacia el mediodía nos hallábamos a la altura de Negade, una de las más bellas comarcas de todo el valle del Nilo. Las altas montañas calizas de color amarillo parecían formar el marco de un lago en cuyas riberas alternaban lozanos y verdes cultivos con bosques de palmeras.
Mientras estábamos embebidos en la contemplación de tan hermoso cuadro, llegaron a nuestros oídos los tañidos de una campana: era el sacristán de la comunidad copta de Negade, que llamaba a los fieles a la oración. Por primera vez volvíamos a oír una campana desde nuestra salida de El Cairo, haciendo renacer en nuestras almas místicos recuerdos que llevaron nuestro pensamiento, allende el mar, a nuestra querida patria.
Hacía un mes que navegábamos por el Nilo, y hasta entonces no echamos de ver cuán silenciosos eran los lugares y aldeas que habíamos visto, cuya vida sólo se manifestaba por sonidos naturales. El cantar del que extraía el agua del río por medio del shaduf;  el llamamiento del muecín; los mugidos del ganado, el ladrido de los perros, eran los únicos sonidos que solían interrumpir el silencio general. No se oye el martillo del herrero, porque no se hierran caballos ni asnos; tampoco hace ruido el taller del carretero porque no hay carros; el tonelero no golpea los aros, porque no hay toneles ni para el vino ni para el aceite, y no se oye el sonsonete del molino, porque el grano es molido por las mujeres en molinetes de mano. Sin carros, y con ganado sin esquilas, regresa silencioso el fellah al anochecer a su aldea como el pájaro al nido.
Inconscientemente nos habíamos acostumbrado a tanto silencio y olvidado las lenguas de bronce con que habla el mundo del Occidente.
¡El esquilón de Negade tuvo aquel día más eco del que pudo sospechar el sacristán que lo tocaba!

C. von Gonzenbach. Viaje por el Nilo. Ediciones Abraxas. 1997.

Ilustraciones:  Rafaello Mainella