Mi lista de blogs

sábado, 16 de febrero de 2013

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE







OTRA CABEZA TATUADA



Mientras nuestros briosos caballos mantenían un trote regular sobre la polvorienta estepa, oí que mi Musfafá contaba a Tasim y Mr. Silverstein una de las leyendas orientales de su inagotable repertorio. Me interesó el relato porque una historia muy parecida se halla en la mitología griega. Dice así: Existió una vez un poderoso califa en Bagdad que tenía por nombre el de Khalil Raghman ¡que Alá lo bendiga! Mientras residía en Damasco, Alí tuvo conocimiento de las malas y vergonzosas acciones que estaban cometiendo los favoritos del sultán en esa ciudad. Como era mudo porque le habían cortado la lengua cuando se hallaba empleado en el harem de sus señor, Alí se hizo afeitar la cabeza. Pidió a un notario público que escribiese con tinta indeleble sobre su cráneo brillante la verdadera historia de tales crímenes. Luego se aplicó un poderoso específico para hacer crecer su cabello, y partió con una espesa melena que cubría su mensaje. Cuando regresó a Bagdad al cabo de un viaje lleno de contratiempos, se hizo rapar de nuevo la cabeza, e hincándose ante sus señor, curvó su cuello como para permitirle que leyese el mensaje que escrito estaba sobre su cráneo. El califa quedó tan agradado del precioso mensaje, que inmediatamente hizo que le cortaran la cabeza a Alí, la que guardó para futura referencia.
Al escuchar esta historia de Alí contada por Mustafá, decidí no afeitarme la cabeza para llevar al sultán mi mensaje con la relación de los delitos que algunos de sus subalternos estaban cometiendo en Armenia. Estaba seguro de que después de leerlo el soberano, posiblemente ordenaría que me decapitasen como Alí y guardaran mi cabeza para futuras consultas. Desde aquel momento decidí cerrar mi boca como una ostra en todas las cuestiones relativas a las matanzas de Armenia, hasta que pudiese escribir sobre ellas algún día, desde un lugar donde estuviese a salvo.
Me daba la impresión de que Mustafá había contado de propósito aquella historia. Esos orientales son prudentes. En mi fuero interno le estaba agradecido porque me salvó la vida después, probablemente en más de una ocasión… En el cercano oriente las paredes tienen oídos, pero las bocas llevan candados.

Rafael de Nogales Méndez. Memorias. Biblioteca Ayacucho.