TERREMOTO
«Al fin
deste mesmo año de 1575 estando la ciudad de Valdivia en la mayor prosperidad
que jamás había estado y la jente a los principios de su quietud y contento,
quiso nuestro Señor que les durasen poco los solaces acumulando nuevos
infortunios a los pasados. Sucedió pues en 16 de diciembre viernes de las
cuatro témporas de Santa Lucía, día de apisicion de luna hora y media antes de
la noche que todos descuidados de tal desastre, comenzó a temblar la tierra con
gran rumor y estruendo yendo siempre el terremoto en crecimiento sin cesar de
hacer daño derribando tejados, techumbres y paredes, con tanto espanto de la
jente que estaban atónitas y fuera de sí de ver un caso tan extraordinario. No
se puede pintar ni describir la manera de esta furiosa tempestad que parecía ser
el fin del mundo, cuya priesa fue tal, que no dio lugar a muchas personas a
salir de sus casas y así perecieron enterradas en vida cayendo sobre ellas las
grandes machinas de los edificios. Era cosa que erizaba los cabellos, y ponía los
rostros amarillos, el ver menearse la tierra tan apriesa, y con tanta furia que
no solamente caían los edificios, sino también las personas sin poderse detener
en pié, aunque se asían unos de otros para afirmarse en el suelo. Demás desto
mientras la tierra estaba temblando por espacio de un cuarto de hora se vio en
el caudaloso rio, por donde las naos suelen subir sin riesgo una cosa
notabilísima, y fuer que en cierta parte del se dividió el agua corriendo la
una parte de ella hacia la mar, y la otra parte rio arriba quedando en aquel
lugar el suelo descubierto de suerte, que se vian las piedras como las vio don
Pedro de Lovera, de quien saqué esta historia, el afirma haberlo visto con sus
ojos. Ultra desto salió la mar de sus límites y linderos corriendo con tanta
velocidad por la tierra adentro como el rio del mayor ímpetu del mundo. Y fue
tanto su furor y braveza, que entró tres leguas por la tierra adentro, donde dejó
gran suma de peces muertos, de cuyas especies nunca se habían visto otras en
este reino. Y entre borrascas y remolinos se perdieron dos naos, que estaban en
el puerto, y la ciudad quedo arrasada por tierra sin quedar pared en ella que
no se arruinase,
Pedro Mariño de
Lovera. Historia de la conquista de Chile.