ARISTÁGORAS, SU SUEGRO Y EL MAR
“Aristágoras, gobernador de Mileto, abrigaba
la idea de separarse de Persia, llevado por una serie de temores. Y su decisión
se vio reforzada por cierto suceso. Precisamente en aquellos días, llegó de Susa
un mensajero de Histieo, con una misiva tatuada en su cuero cabelludo, en la
que se le indicaba la necesidad de sublevarse contra Darío.
Como todos los caminos estaban estrechamente
vigilados e Histieo no había encontrado otra manera más segura de comunicarse
con Mileto, rapó a su más fiel criado, le marcó el mensaje en la piel de la
cabeza y esperó a que volviera a crecerle el pelo. Sólo entonces le dejó partir
para Mileto, encargándole simplemente esto: que a su llegada pidiera al propio
Aristágoras que le rapara el pelo y le mirara la cabeza. Las palabras escritas,
como ya hemos dicho, le invitaban al levantamiento.
Histieo actuó así porque la forzada permanencia
en Susa le hacía sentirse desgraciado, y confiaba en que, si se producía una
revolución, podría volver a la costa. De no decidirse Mileto a un alzamiento,
contaba con que nunca más vería el mar.”
Werner Keller. El asombro de
Herodoto. Bruguera. 1973.