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lunes, 4 de febrero de 2013

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE


ARISTÁGORAS, SU SUEGRO Y EL MAR



“Aristágoras, gobernador de Mileto, abrigaba la idea de separarse de Persia, llevado por una serie de temores. Y su decisión se vio reforzada por cierto suceso. Precisamente en aquellos días, llegó de Susa un mensajero de Histieo, con una misiva tatuada en su cuero cabelludo, en la que se le indicaba la necesidad de sublevarse contra Darío.
Como todos los caminos estaban estrechamente vigilados e Histieo no había encontrado otra manera más segura de comunicarse con Mileto, rapó a su más fiel criado, le marcó el mensaje en la piel de la cabeza y esperó a que volviera a crecerle el pelo. Sólo entonces le dejó partir para Mileto, encargándole simplemente esto: que a su llegada pidiera al propio Aristágoras que le rapara el pelo y le mirara la cabeza. Las palabras escritas, como ya hemos dicho, le invitaban al levantamiento.
Histieo actuó así porque la forzada permanencia en Susa le hacía sentirse desgraciado, y confiaba en que, si se producía una revolución, podría volver a la costa. De no decidirse Mileto a un alzamiento, contaba con que nunca más vería el mar.”

Werner Keller. El asombro de Herodoto. Bruguera. 1973.