Éste,
en efecto, es acaso el animal que, de forma incondicional, no soporta
el asco, el animal que extiende hasta lo fantástico el sentimiento
de lo asqueroso, no en vano es el animal fantástico y soñador,
tejido con la madera de sus propios sueños y pesadillas. Y el
sentimiento de lo repugnante late con denodada fuerza en esa trama de
sueño y pesadilla que le constituye. Me refiero aquí, claro está,
a un asco literal, sensiblemente considerado, ese asco que puede, por
espiritualización, convertirse en sinónimo del estado anímico más
indeseable: la peor degustación que puede hacerse del hecho mismo de
vivir es, en efecto, sentir asco de la vida.
Eugenio
Trías.