IOGURES
"El oasis de Yarkant es enorme; continúa sin interrupción
hasta Yecheng, que se encuentra a cuarenta kilómetros de distancia. El
conductor nos dejó en un extremo de la ciudad, nos estrechamos la mano y se
marchó comprensiblemente nervioso de que le sorprendieran ayudándonos.
Empezamos a andar por los callejones y por entre los parterres de los jardines,
intentando evitar las calles principales de la ciudad, pero aun así, atrajimos
un séquito considerable. La gente de Yecheng nunca había visto a un europeo y
estaba dispuesta a no dejar escapar la oportunidad. Los labradores dejaban caer
la azada; los obreros abandonaban el torno. Los niños que volvían del colegio
daban media vuelta y se unían a la muchedumbre creciente que nos seguía los
pasos. La sensación de ser flautista mágico probablemente fue muy divertida
para Hamelin, pero a nosotros no sólo resultaba irritante, sino que además era
peligrosa. Posiblemente hubiéramos podido eludir los guardias de Seguridad
Pública de habernos encontrado en nuestra propia ciudad, pero costaba imaginar
cómo alguien podía dejar de ver a una multitud vociferante de por lo menos
sesenta personas. Tampoco era especialmente halagador. Por lo que habíamos
visto en Kashgar, los uigures consideran que los europeos son gente
extremadamente fea. Los paquistaníes creen que somos la imagen de la perfección
(las mujeres paquistaníes elegantes se ponen una crema para el sol destinada no
a broncear, sino a dar a la piel un tono más claro, más europeo), pero los iugures no comparten el mismo gusto. En Kashgar, Louisa no había recibido ni
una sola de las generosas proposiciones que le habían hecho al otro lado de los
Karakorum. Para los uigures nosotros nos parecemos a los ogros de los cuentos
de hadas ingleses: somos demasiado altos, tenemos la nariz larga y ancha, los labios
fofos, los rasgos deformes o nada atractivos. Los senos de Louisa eran objeto
de un examen minucioso e incrédulo por parte de los uigures: ¿cómo podía
existir alguien con aquellos melones?"
William Dalrymple. Tras
los pasos de Marco Polo. Edhasa.