Que
Tuczek se avenga a hacerle a usted unos zapatos es considerado,
dentro del ritual inglés, una distinción tan singular como que le
reciban a uno en el palacio de Buckingham, o lord Londonderry le
invite a una de sus famosas recepciones en Londonderry House, meca de
la sociedad británica. Yo conozco un opulento banquero bilbaíno
que, habiendo oído hablar de los zapatos de Tuczek, se presentó en
el taller.
—¿En
qué puedo servirle?
—Querría
que me hiciera usted tres o cuatro pares de zapatos.
—¿De
parte de quién viene, señor?
—De
parte de nadie. Pero le pago a usted ahora mismo —respondió el
banquero, creyendo que el industrial pudiera desconfiar del pago.
—No,
por Dios, no es eso —interrumpió enseguida el zapatero, añadiendo
en tono de excusa—: es que, ¿sabe usted?, lo siento mucho, pero
solo hacemos zapatos para los amigos.
Augusto
Assía.