ENTRE QUICHÉ Y QUAUHTLEMALLAN
“Esta es la
relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo
inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo.
Esta es la primera relación,
el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces,
cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques: sólo el
cielo existía.
No se manifestaba la faz de
la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión.
No había nada junto, que
hiciera ruido, ni cosa alguna que se moviera, ni se agitara, ni hiciera ruido
en el cielo.
No había nada que estuviera
en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había
nada dotado de existencia.
Solamente había inmovilidad y
silencio en la oscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu,
Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. Estaban
ocultos bajo plumas verdes y azules, por eso se les llama Gucumatz. De grandes
sabios, de grandes pensadores es su naturaleza. De esta manera existía el cielo
y también el Corazón del Cielo, que éste es el nombre de Dios. Así contaban.
Llegó aquí entonces la
palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la oscuridad, en la noche, y
hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando;
se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento.
Entonces se manifestó con
claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre.
Entonces dispusieron la creación y crecimiento de los árboles y los bejucos y
el nacimiento de la vida y la creación del hombre. Se dispuso así en las
tinieblas y en la noche por el Corazón del Cielo, que se llama Huracán.”
Popol Vuh