SUEÑO
Para
Abelardo Linares
Anónimo, profundo, varado
en la negrura,
un viejo buque yace junto
al acantilado.
Un silencio pirata funde
su arboladura
con la grandeza inmóvil y
triste del pecado.
¿De qué amatista isla o
nodriza ternura
descolgó un mudo gajo de
horror lo inesperado?
Bajo aquel luto ciego de
coral y amargura
surge la pena en vilo de
cuerpo ajusticiado.
Y no son malhechores de
Cantón o de Riga
los que aflojan el pecho
mandíbulas y bocas
que amortaja la luna con
cintillos de guerra.
Ahorcados, tallados en
las húmedas rocas,
con el puñal del alba
cosido en la vejiga,
son marineros lentos de
la dulce Inglaterra.
Juan
Sierra.