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sábado, 2 de abril de 2022

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






EL GRAN DANUBIO


«También el Danubio, al igual que cada uno de nosotros, es un Noteentiendo, como la figura dibujada en una de las dieciséis viñetas de la tabla «Las Castas», una especie de juego de la oca del amor y de las estirpes que recuerdo haber visto colgado en una pared del Museo de la Ciudad de México. Cada una de las dieciséis viñetas de la tabla contiene tres figuras: el hombre y la mujer cuyas sangres diferentes exigen imperiosamente unirse, y un apacible niño nacido de su encuentro, que en la viñeta siguiente, ya adulto, es el protagonista del nuevo connubio, del que nace otro hijo destinado a continuar la cadena del mestizaje: el Mestizo, hijo del Español y de la India, el Castizo, su hijo, el Mulato al que una Española regala un adornado Morisco y así sucesivamente hasta el Chino, el Lobo, el Jíbaro hijo del Lobo y de la China, el Albarazado hijo de la Mulata y del Jíbaro y padre de un Cambujo, padre a su vez de un Zambaigo. La tabla aspiraría a clasificar y diferenciar rigurosamente –incluso mediante la vestimenta– las castas, sociales y raciales, pero acaba por exaltar involuntariamente eljuego caprichoso y rebelde del eros, el gran destructor de cualquier jerarquía social cerrada, el disgregador y mezclador de cualquier ordenada baraja, que alterna los oros con las copas o con las espadas para hacer posible y placentero el juego. En la penúltima viñeta, el fruto de los amores del Tente en el aire y de la Mulata deja perplejo el talento nomenclatorio del anónimo clasificador, que, en efecto, lo define como Noteentiendo. Ese Danubio que es y que no es, que nace en varias partes y de varios padres, nos recuerda que cada uno de nosotros, gracias a la múltiple y oculta trama a la que debe su existencia, es un Noteentiendo, como los pragueses de apellido alemán o los vieneses de apellido checo. Pero esta tarde, a lo largo del río que en verano, nos dicen, a veces desaparece, el paso junto al mío es tan irrefutable como el curso de agua y en su onda, siguiendo la curva de las riberas, es posible que sepa quién soy.»

Claudio Magris.
El Danubio.
Editorial Anagrama.