Mi lista de blogs

sábado, 21 de agosto de 2021

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE


 


AFGANISTAN


«Afganistán es un país violento. En esa época tenía la tasa de homicidios más alta del mundo. Nunca pasabas por un cementerio sin ver las flameantes banderas de papel que indicaban que alguien había muerto recientemente de forma violenta. En caso de asesinato —y asesinato era cualquier cosa que quitara una vida, accidentalmente o de otro modo—, el acusado era llevado ante el gobernador local y la declaración se prestaba en lo que se llamaba un durbar , o lo que es mismo, un juicio. El gobernador sopesaba las pruebas y tomaba la decisión, que era definitiva. Si un hombre era considerado culpable en el durbar , se le entregaba a la familia del hombre asesinado, que entonces organizaba —normalmente de noche— lo que resultaba ser una subasta o venta del asesino. Los familiares de éste o sus amigos ofertaban por su vida camellos, cabras, ovejas, joyas o cualquier otra cosa de valor que tuvieran. Si la oferta era aceptable, el asesino era devuelto a su familia y todo el asunto quedaba olvidado. Si no era una persona decente y no tenía amigos o familia que se preocuparan por él, los subastadores simplemente lo mataban. Si el crimen era suficientemente horrible, no se aceptaba ninguna oferta, sin importar lo grande que fuera. Una vez fui testigo de una de estas «subastas». El asesino estaba tumbado en el suelo en cruz, y su familia se había congregado para ofertar por su vida. Pero la abuela del hombre asesinado no quería que se llevara a cabo la subasta o quizá se sintió insultada por la cuantía de la oferta, así que cogió un cuchillo y allí mismo le cortó al hombre la garganta.»


John Huston.

A libro abierto.

Espasa-Calpe.