Miento cuando afirmo
que no hay
certezas
que nos
abracen como
anacondas necesarias.
Nos sacia su paciencia insaciable
con miel
de sal de acantilado que adormece
el apenado otoño que nos desangra.
Te doy mi
mano.
Me das tu
boca.
Durmamos
en la nada
para
vivir la amargura.
Durmamos
en la nada
para
saborear el olvido.
Durmamos
en la nada
para
cabalgar la muerte.
Emilia Casais.