En la tierra de
nadie, sobre el polvo
que pisan los que
van y los que vienen,
he plantado mi
tienda sin amparo
y contemplo si van como
si vuelven.
Unos dicen que soy
de los que van,
aunque estoy
descansando del camino.
Otros «saben» que
vuelvo, aunque me calle;
y mi ruta más
cierta yo no digo.
Intenté demostrar
que a donde voy
es a mí, sólo a mí,
para tenerme.
Y sonríen al oír, porque
ellos todos
son la gente que
va, pero que vuelve.
Escuchadme una vez:
ya no me importan
los caminos de
aquí, que tanto valen.
Porque anduve una
vez, ya me he parado
para ahincarme en
la tierra que es de nadie.
Carmen
Conde.