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sábado, 24 de julio de 2021

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE


 




LOS SCZUKA


«La familia Sczuka contempló el reflujo de la marea del poder ruso que había barrido su comunidad. El ejército de Rennenkampf, ahora enormemente reducido, fue pasando durante varios días junto a las casitas de Popowen. Los aldeanos veían hombres heridos; otros que habían perdido las armas y los pertrechos; carros rotos y caballos destrozados, que se dejaban abandonados en las cunetas cuando perdían una rueda o la infortunada bestia se derrumbaba. La pequeña Elisabeth Sczuka sintió un arranque de piedad por un asno agotado cuyo dueño ruso lo iba azotando por el camino. Algunos de sus vecinos padecieron en sus carnes el rencor de los derrotados. Una pareja de ancianos, los Olschewski, fueron expulsados de su casita por un oficial que blandía un knut ; este acercó una cerilla a la paja de su lecho y las llamas devoraron el edificio. Aun así, los Sczuka se regocijaron por la victoria. Como todos eran leales a Alemania, se sentaron en la seguridad de su hogar y, a la luz de las velas y en torno del piano, cantaron el himno prusiano Heil dir im Siegerkranz, mientras los rezagados de Rennenkampf iban pasando por fuera, toda la noche.»


Max Hastings.

1914

El año de la catástrofe.

Editorial Crítica.