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domingo, 11 de julio de 2021

OBITER DICTUM






«Era una casa llevada con todo el vigor de la Iglesia Evangélica revelada a aquella mujer. Yo nunca había oído hablar del infierno, así que allí me adentraron en todos sus horrores; a mí y a cualquier pobre criada que hubiera en la casa, cuyo severo racionamiento la hubiera obligado a robar comida. Vi una vez a la mujer pegarle de tal modo a una niña, que ésta estuvo a punto de defenderse con el atizador de la cocina en alto. Yo mismo me llevaba constantes palizas. La mujer tenía un solo hijo, de doce o trece años y tan religioso como ella. Yo era una especie de juguete para él, y cuando su madre me había dado la paliza diaria, él (dormíamos en el mismo cuarto) me cogía por su cuenta y me daba el resto.»

Rudyard Kipling.