Hablar, con una charla interminable de pájaro loco,
embriagándose en sus propias palabras, hablar bien de ellas y mal de sus
amigas, es su mayor placer. Se comprende que el buen turco, temiendo pasar el
resto de su vida frente á frente con una sola de estas hermosas muñecas, vacía
de cráneo y expedita de lengua, multiplique su número para encontrar alivio.
Pero esta variedad, cuando todo el harem ha perdido el encanto de lo nuevo,
sólo sirve para aumentar el tormento.
Vicente Blasco Ibáñez.