«Así como los griegos, en
el mito del eterno retorno, buscaban satisfacer su sed metafísica de lo «óntico» y de lo estático (pues, desde el punto de vista de lo infinito,
el devenir de las cosas que vuelven sin cesar en el mismo estado es por consiguiente
implícitamente anulado y hasta puede afirmarse que «el mundo queda en su lugar»), del mismo modo el «primitivo», al conferir al tiempo una dirección cíclica, anula su
irreversibilidad. Todo recomienza por su principio a cada instante. El pasado
no es sino la prefiguración del futuro. Ningún acontecimiento es irreversible y
ninguna transformación es definitiva. En cierto sentido, hasta puede decirse
que nada nuevo se produce en el mundo, pues todo no es más que la repetición de
los mismos arquetipos primordiales.»
Mircea Eliade