SOBRE LA MONTAÑA DE SOMA
«Y estando allí quieto,
una mañana, martes 16 de diciembre, amaneció un gran penacho de humo sobre la
montaña de Soma, que otros llaman el Vesubio, y entrando el día comenzó a
oscurecerse el sol, y a tronar, y llover ceniza; advierto que Nola está debajo
casi del monte, cuatro millas y menos. La gente comenzó a temer, viendo el día
noche y llover ceniza, con lo cual comenzaron a huirse de la tierra. Y esa
noche fue tan horrenda que me parece no puede haber otra semejante el día del
juicio, porque, demás de la ceniza, llovía tierra y piedras de fuego como las
escorias que sacan los herreros de las fraguas, y tan grandes como una mano, y
mayores y menores; y tras todo esto había un temblor de tierra continuo, que
esa noche se cayeron treinta y siete casas, y se sentía desgajar los cipreses y
naranjos como si los partiesen con un hacha de hierro. Todos gritaban
«¡Misericordia!», que era terror oírlo. El miércoles no hubo día casi, que era
menester tener luz encendida. Yo salté en campaña con una escuadra de soldados
y traje siete cargas de harina y mandé cocer pan, con lo cual se remediaron
muchos de los que estaban fuera de la tierra por no estar debajo de techado.
Había en este lugar dos conventos de monjas, las cuales no quisieron salir
fuera aunque el Vicario les dio licencia para ello antes que se fuera; los cuales
conventos se cayeron y no hizo mal a nadie, porque estaban en el cuerpo de la
iglesia rogando a Dios.»
Alonso de Contreras
Vida de este capitán
Reino de Redonda