«La muerte es un espejo
que refleja las vanas gesticulaciones de la vida. Toda esa abigarrada confusión
de actos, omisiones, arrepentimientos y tentativas —obras y sobras— que es cada
vida, encuentran en la muerte, ya que no sentido o explicación, fin. Frente a
ella nuestra vida se dibuja e inmoviliza. Antes de desmoronarse y hundirse en
la nada, se esculpe y vuelve forma inmutable: ya no cambiaremos sino para
desaparecer. Nuestra muerte ilumina nuestra vida. Si nuestra muerte carece de
sentido, tampoco lo tuvo nuestra vida. Por eso cuando alguien muere de muerte
violenta, solemos decir: "se lo buscó". Y es cierto, cada quien tiene
la muerte que se busca, la muerte que se hace. Muerte de cristiano o muerte de
perro son maneras de morir que reflejan maneras de vivir. Si la muerte nos
traiciona y morimos de mala manera, todos se lamentan: hay que morir como se
vive. La muerte es intransferible, como la vida. Si no morimos como vivimos es
porque realmente no fue nuestra la vida que vivimos: no nos pertenecía como no
nos pertenece la mala suerte que nos mata. Dime cómo mueres y te diré quién
eres.»
Octavio
Paz