EL FINAL DEL TEMPLO DEL SOL
"Nuestra casa es la que antiguamente se llamaba gobernando los Ingas, la
Casa o Templo del Sol, a quien adoraban por principal de todos sus dioses
falsos. Conforme a lo que los indios edificaban, es bueno el edificio; la
piedra es parda y labrada, y tan juntas unas con otras, que parece no tener
mescla alguna, y tiénela, y es de plata delgadísima, la cual no sale fuera de
las junturas de las piedras. La piedra es durísima y el edificio fijísimo, que
para romperlo se pasa mucho trabajo. Permanece en nuestro convento una pila
grande desta piedra, ochavada por de fuera, que de hueco debe tener, por
cualquiera parte que la midan, más de vara y media, y de fondo más de vara y
cuarta. A esta pila hinchian con cantidad de chicha, escogida de la que el Inga
bebía, para que bebiese el Sol, y lo que en ella se embebía creía esta gente
bárbara que el Sol lo bebía; cubría la boca desta pila una lámina de oro, en la
cual estaba el Sol esculpido. Cuando los españoles entraron en esta ciudad le
cupo en suerte a uno de los conquistadores, que yo conocí, llamado Mansio
Sierra, de nación vizcaíno y creo provinciano, gran jugador; jugó la lámina y
perdióla: verificóse en él que jugó el Sol. Sustenta nuestro convento
venticinco religiosos, y dende arriba; vase poco a poco edificando como los
demás; está casi fuera de la ciudad; los demás, dentro. La huerta de nuestra
casa era la Huerta del Sol, y la tierra della dicen fue traída en hombros de
indios del valle de Chincha, por muy buena; venían a su tiempo todo los indios a
labrarla, vestidos de riquísimos vestidos, y aún permaneció por algunos años, e
yo vi una vez que se juntaron los más de los ingas y por sus cuarteles la
labraron y desmontaron con gran alegría, y ésta fue la última vez, porque se tenía
por inconveniente y con mucha justicia se les vedó. Lo que en esta huerta se
sembraba eran unas cañas de maíz, todas de plata, las mazorcas de oro; éstas no
han parecido, ni se sabe dónde están; será la huerta poco menos de media
cuadra; tiene un pilar donde caen dos caños de agua, el uno un poco salobre, el
otro algo mejor. No se sabía de dónde o por dónde venía el uno, hasta que el
rio, con una avenida grande se llevó dos ó tres losas, a lo menos las sacó de
su lugar, por debajo de las cuales venia encañada el agua a la Huerta del Sol.
Es fama haber en nuestra casa gran mina de oro enterrado, pero no se sabe
dónde; unos dicen, y aun se tiene por lo más cierto, que en la capilla mayor;
otros, que en la huerta; han cavado en muchos lugares, pero hasta hoy no se ha
hallado cosa alguna. Don Carlos Inga salía a este partido: que le dejasen cavar
debajo del altar mayor, y de lo que sacase daría tanta parte, y si no hallase
cosa alguna, tornaría á reedificar lo derribado, a su costa, de la misma manera
que antes estaba. No se le admitió el partido, y así quedó."
Reginaldo
Lizárraga.
Descripción Colonial.
Descripción Colonial.