LA
CRUELDAD DE LA VIDA
Al final de la vida llega un momento en que todo, todo lo que
uno ha experimentado durante tantos años, todo lo que esperaba, todo en lo que
confiaba, de repente queda sin perspectiva ni sentido. Tal es la fase que me
toca vivir ahora. Estar cada día junto a esta mujer maravillosa, amada y noble,
que conocía mi vida desde la otra orilla, desde el lado personal, y presenciar
su declive lento y silencioso: no esperar nada, no oponerse al dolor, aceptar
la impotencia, conducir a la mujer más querida hacia la salida de la vida,
tambaleándome en esta oscuridad permanente. Y no sé cómo será, pero ya no le
doy más vueltas, me limito a continuar día a día y noche a noche mi camino por
los infiernos. Tal vez existan los milagros (digo «tal vez» porque en el
universo todo lo que el hombre piensa y espera es posible), pero la cruel
realidad en sí ya se manifiesta como un milagro, un milagro infame. Llega el
tiempo en que uno ya no espera respuestas, no discute con el destino, lo
abraza. Hay que aceptar el destino. No existe otro modo de soportar la crueldad
de la vida.
Sándor
Márai.