EL
HOMBRE NUEVO
El empleo de la
violencia al que se llegará ya no puede equivaler a la ingenua «dictadura
educativa» de Fichte. No se pretende educar al burgués, sino acabar con él. La
lucha, totalmente real y sangrienta, necesitaba otra ideología y una estructura
intelectual distinta que la construcción de Hegel, cuyo núcleo central se
reducía siempre a la contemplación. Esta subsiste como el más importante factor
a nivel intelectual, pudiendo apreciarse en casi todos los escritos de Lenin y Trotsky
la fuerza que aún resta, pero se ha convertido en un instrumento meramente
intelectual de una motivación en realidad ya no racionalista. Los partidos de
la lucha entablada entre burguesía y proletariado tenían que concebir una forma
más concreta, necesaria para una lucha real y concreta. Una filosofía de la
vida concreta ofreció el arma intelectual para ello, una teoría que consideraba
cualquier conocimiento intelectual sólo como algo secundario en comparación con
procesos más profundos (voluntaristas, emocionales o vitales) y que
correspondían a una estructura intelectual en la que se habían estremecido los
cimientos de la jerarquía moral tradicional, es decir, del dominio de lo
consciente sobre lo inconsciente, de la ratio
sobre los instintos. Una nueva teoría del empleo directo de la violencia se
enfrenta al racionalismo absoluto de la dictadura educativa, así como al
racionalismo relativo de la separación de poderes; a la fe en la discusión se
opone la teoría de la acción directa. No sólo se atacó al parlamentarismo en
sus mismos cimientos, sino también a los fundamentos de la democracia,
considerada aún teóricamente válida en la dictadura racionalista. Trotsky
argumenta, cargado de razón, contra el demócrata Kautsky: cuando sólo se
conciencian relatividades, no se tiene el valor de emplear la violencia ni de
derramar sangre.
Carl Schmitt
Sobre el parlamentarismo
Editorial Tecnos