LA TOSCANA
“La Toscana es todo aquello que podrían ser los Apeninos
según expliqué antes. Estando como está situada muy por debajo de éstos, el
viejo mar ha cumplido muy bien su con su obligación acumulando una honda capa
de terreno arcilloso. El color de éste es amarillo claro y trabajarlo no supone
ningún esfuerzo. Lo aran muy profundamente, pero de una manera primitiva en
extremo: sus arados non tienen ruedas, y la reja no se puede mover. Así, el
labrador marcha penosamente curvado detrás de los bueyes y remueve la tierra,
que se ara hasta cinco veces, mientras se esparcen en ella pequeñas cantidades
de estiércol con las manos. Por último se siembra el trigo y se hacen una
especie de surcos de tierra en forma de parcelas profundas, todo dispuesto de
manera que circule por ellas el agua de lluvia. El cereal crece sobre estas
fajas de tierra, y los labradores van y vienen por los surcos para escardar.
Este procedimiento es comprensible allí donde acecha la humedad, pero no
entiendo que lo sigan en los terrenos más bellos. Hice esta reflexión cerca de
Arezzo, donde se abre una llanura magnifica. Es imposible que exista un campo
más limpio que éste, ni siquiera había terrones, daba la impresión de que todo
había sido pasado por un tamiz. El trigo crece aquí muy hermoso, y se diría que
encuentra en este lugar todas las condiciones que su naturaleza necesita. El
segundo año se siembran habas para los caballos, puesto que aquí no comen
avena. Asimismo se cultivan altramuces, que ya tienen un color verde magnífico
y darán su cosecha en marzo. También el lino ha germinado, pasa el invierno a
la intemperie, y las heladas lo hacen más resistente.”