“¿Qué es el hombre? Débil por su fuerza física; pequeño como
un humilde átomo en presencia de las montañas y los mares; nulo delante de la inconmensurable
majestad del cielo y de los mundos que lo pueblan; nacido con la herencia del
dolor; perecedero en su forma como todo lo que existe en el mundo físico –el
hombre ha recibido sin embargo una potencia que no tienen las montañas, el
océano, las tempestades ni los astros: el ESPÍRITU. Y esa sola potencia, que es
el soplo de Dios, que es la fuerza suprema, que es más que la luz y que la vida,
porque es la esencia creadora, inmortal y divina, le ha bastado para
descomponer y analizar y someter la luz, guiar la electricidad, esclavizar los
vientos, poner a sus servicio el fuego y la explosión, domar los furores del
océano, escudriñar los secretos del cielo y de la tierra, producir la fuerza
hasta el infinito y suprimirla a su antojo.”
José
María Samper.