CREER O NO CREER
«Durante muchos años
hemos formado parte de una organización de masas forjadas en la disciplina
ciega, en la obediencia sumisa, en la intransigencia apasionada, en la
intolerancia fanática que, impermeables a todo otro razonamiento, tienen como
único norte el de la defensa de la URSS Romper con lo que se ha amado
entrañablemente, hacer añicos con nuestras propias manos los ídolos por ella
creados, ídolos que llenaban por completo nuestra alma, no es un proceso fácil;
es, por el contrario, un proceso lento, penoso, cruel. Dejar de creer en lo que
se ha creído presupone un periodo de crisis donde las mentiras aceptadas como
verdades luchan contra verdades que se nos figuraban mentiras. Es un forcejeo
entre el ideal que se desploma y la conciencia que se resiste a la catástrofe
espiritual. El hombre necesita creer por ese horror instintivo a la nada
espiritual que le deshumaniza. Por temor a ese vacío opta por seguir aferrado a
la ilusión muerta. O prefiere una fe endeble a no tener ninguna. Quien de la
noche a la mañana se declara ateo es que nunca ha creído en Dios.»
Jesús
Hernández.
Yo
fui un ministro de Stalin.
Gregorio
del Toro.