“Para el lector nato la lectura es como una segunda vida, una
existencia paralela que corre al lado de la cotidiana sólo en apariencia más
real que aquella. Tiene todos los accidentes y características que señalan
nuestro paso por la tierra: nacimiento, primeras sorpresas, entusiasmos que en
el momento nos parecen perdurables, amores a primera vista, rechazos
injustificados, decepciones, amargas enseñanzas, mundos enteros que se abren al
apetito de nuestros sueños, amistades difíciles y antipatías incomprensibles,
maduras revisiones, reencuentros decepcionantes, rectificaciones
aleccionadoras, amistades para toda la vida, arduos intentos de establecer una
relación y que terminan en tristes distanciamientos: dos o tres títulos al pie
de nuestro lecho de agonía, últimas palabras que nos llegan al oído dichas por
alguien que, en ese instante, nos revela quizás un secreto celosamente
guardado. Así vive el lector su relación con los libros, así la disfruta y así
la padece hora tras hora, día tras día, año tras año. Si las cosas no suceden
de esta manera, sencillamente es que estamos ante una falsa vocación, ante un
fariseo de los muchos que en este terreno existen o, simplemente, ante alguien
que buscó otros caminos de conocimiento, otras secretas rutas para alimentar
sus sueños, otra manera de encontrar las respuestas, efímeras o intermitentes
como vanos espejismos ya destinadas a calmar la sed que no se sacia.”
Álvaro Mutis