EL INCA VIRACOCHA
«A Sacsahuana
envió mensajeros el Inca Viracocha a los enemigos, con requerimientos de paz y
amistad y perdón de lo pasado. Mas los Oiancas, habiendo sabido que el Inca
Yáhuar Huácac se había retirado y desamparado la ciudad, aunque supieron que el
príncipe su hijo estaba determinado a defenderla y que aquel mensaje era suyo,
no lo quisieron escuchar, por parecerles (conforme a la soberbia que traían)
que, habiendo huido el padre, no había por qué temer al hijo, y que la victoria
era de ellos. Con estas esperanzas despidieron los mensajeros, sin les oír.
Otro día, bien de mañana, salieron de Sacsahuana y caminaron hacia el Cuzco, y,
por prisa que se dieron, habiendo de caminar en escuadrón formado, según orden
de guerra, no pudieron llegar antes de la noche a donde el príncipe estaba;
pararon un cuarto de legua en medio. El Inca Viracocha envió nuevos mensajeros,
y al camino se los había enviado muy a menudo con el mismo ofrecimiento de amistad y perdón de la
rebelión. Los Chancas no los habían querido oír; solamente oyeron los
postreros, que era cuando estaban ya alojados, a los cuales, por vía de
desprecio, dijeron: "Mañana se verá quién merece ser Rey y quién puede
perdonar".
Con esta mala respuesta, estuvieron los unos y los otros bien a recaudo
toda la noche, con sus centinelas puestas, y luego, en siendo de día, armaron
sus escuadrones, y con grandísima grita y vocería y sonido de trompetas y
atabales y caracoles, caminaron los unos contra los otros. El Inca Viracocha
quiso ir delante de todos los suyos y fue el primero que tiró a los enemigos el
arma que llevaba; luego se trabó una bravísima pelea. Los Chancas, por salir
con la victoria que se habían prometido, pelearon obstinadamente. Los Incas
hicieron lo mismo, por librar a su príncipe de muerte o de afrenta. En esta pelea
anduvieron todos con grandísimo coraje hasta mediodía, matándose unos a otros
cruelmente, sin reconocerse ventaja de alguna de las partes. A esta hora
asomaron los cinco mil hombres que habían estado emboscados, y, con mucho
denuedo y grande alarido, dieron en los enemigos por el lado derecho de su
escuadrón. Y como llegasen de refresco y arremetiesen con gran ímpetu, hicieron
mucho daño en los Chancas y los retiraron muchos pasos atrás. Mas ellos,
esforzándose unos a otros, volvieron a cobrar lo perdido y pelearon con grandísimo
enojo que de sí mismos tenían, de ver que estuviesen tanto
tiempo sin ganar la
victoria, que tan prometida se tenían.»
Comentarios Reales.