Cuando me tiro de noche 
en el ataúd del lecho 
que es menos duro que el otro 
porque ya sabe mis huesos, 
me pongo a mirar arriba 
los astros de mis recuerdos. 
Aquél que se abrió de pronto 
cuando todo era misterio. 
El otro que se apagó 
antes de sentirse abierto. 
A veces grito iracundo: 
aquí me falta un lucero, 
aquí me sobra una estrella. 
¿Quién hizo este firmamento? 
Una voz piadosa dice 
que no es cielo sino techo. 
—Por mi vida, grito yo, 
dejadme saber mi sueño. 
Donde yo pongo los ojos 
todo es cielo—.
Pedro Garfias.
