EN COZUMEL
“Cuando tuvo noticia cierta el
español questaba en poder de indios que habíamos vuelto a Cozumel con los
navíos se alegró en gran manera y dio gracias a Dios, y mucha priesa en se
venir y los dos indios que le llevaron a las cartas y rescate a se embarcar en
una canoa; y como la pagó bien, en cuentas verdes del rescate que le enviamos,
luego la halló alquilada con seis indios remeros con ella; y dan tal priesa en
remar, que en espacio de poco tiempo pasaron el golfete que hay de una tierra a
la otra, que serían cuatro leguas, sin tener contraste de la mar. Y llegados a
la costa de Cozumel, ya que estaban desembarcando, dijeron a Cortés unos
soldados que iban a cazar, porque había en aquella isla puercos de la tierra,
que había venido una canoa grande allí, junto al pueblo, y que venía de la
punta de Cotoche. Y mandó Cortés a Andrés de Tapia y a otros dos soldados que
fuesen a ver qué cosa nueva era venir allí junto a nosotros indios sin temor
ninguno, con canoas grandes. Y luego fueron y desque los indios que venían en
la canoa que traía el Aguilar vieron los españoles, tuvieron temor y queríanse
tornar a embarcar e hacer a lo largo con la canoa; y Aguilar les dijo en su
lengua que no tuviesen miedo, que eran sus hermanos. Y el Andrés de Tapia, como
los vio que eran indios, porque Aguilar ni más ni menos era que indio envió a
decir que Cortés con un español que siete indios de Cozumel son los que allí
llegaron en la canoa. Y después que hobieron saltado en tierra, el español, mal
mascado y peor pronunciado, dijo: «Dios y Santamaría e Sevilla.» Y luego le fue
a abrazar el Tapia; y otro soldado de los que habían ido con el Tapia a ver qué
cosa era fue a mucha priesa a demandar albricias a Cortés cómo era español el
que venía en la canoa, de que todos nos alegramos. Y luego se vino el Tapia con
el español adonde estaba Cortés, y antes que llegasen ciertos soldados
preguntaban al Tapia: «¿Qués del español?», e aunque iban junto con él, porque
le tenían por indio propio, porque de suyo era moreno y tresquilado a manera de
indio esclavo, y traía un remo al hombro, una cotara vieja calzada y la otra
atada en la cintura, y una manta vieja muy ruin, e un braguero peor, con que
cubría sus vergüenzas, y traía atada en la manta un bulto que eran Horas muy viejas. Pues desque Cortés los
vio de aquella manera también picó, como los demás soldados, que preguntó al
Tapia que qué era del español; y el español como le entendió, se puso en
cuclillas, como hacen los indios, e dijo: «Yo soy.» Y luego le mandó dar de
vestir camisa y jubón y zaragüelles y caperuza y alparagatos, que otros
vestidos no había, y le pregunto de su vida, y cómo se llamaba, y cuando vino aquella
tierra.”
Bernal Díaz del Castillo. Historia verdadera de la conquista de la Nueva España.