«—Sería indigno de la gran confianza depositada en
mí si no hiciera todo lo que está en mis manos para mantener nuestra amada
Libertonia en paz con el mundo. Me complacerá enormemente reunirme con el
embajador Trentino y ofrecerle, en nombre de mi país, la mano derecha de la
fraternidad. Y estoy seguro de que él aceptará este gesto con el espíritu con
que es transmitido. Pero supongamos que no es así. Vaya. Yo le tiendo la mano y
él la rechaza. Esto aumentará mi prestigio, ¿verdad? Yo, el jefe de un país,
desairado por un embajador extranjero. ¿Quién se cree que es para venir aquí y
aporrearme delante de toda mi gente? Pensémoslo. Le tiendo la mano. Y esa hiena
se niega a aceptarla. ¡Vaya con el canalla ordinario y farolero! ¡No se saldrá
con la suya, créanme! [Entra
el embajador] Líder de
Libertonia: Así que se niega a estrecharme la mano, ¿eh? [Abofetea al embajador] Embajador. ¡Señora Teasdale, esto ya es el colmo!
¡Ahora no hay vuelta atrás! ¡Es la guerra!»
Groucho Marx.