«La instalación era, en verdad, curiosa. En ella tienen
residencia los encargados de los principales servicios necesarios al sector,
desde el coronel jefe hasta el último de sus ordenanzas. La habitación y el
despacho del coronel se hallaban entre las cuevas del primer piso. Las oficinas
de escribientes, taquígrafos, dactilógrafos, delineantes, intérpretes y
telefonistas ocupan el piso segundo. En el tercero están los confeccionadores y
reparadores de uniformes y otras prendas de vestir, lo mismo para hombres que
para los brutos: sastres, zapateros, constructores de cascos y guarnicioneros.
Y en el cuarto piso, que es el último, viven en confusión fraternal varios
gremios modestos de peones, albañiles y «trincheristas». Las cocinas ocupan la
planta baja, y en el entresuelo hay, además, una sala de esparcimiento para los
oficiales, con piano, fonógrafo, un cornetín y diversas bandurrias.»
Gaziel.