DESPEDIDA FAMILIAR
«No se sabe de
cierto qué años vivió ni cuántos reinó, mas de que comúnmente se tiene que
fueron más de cincuenta los de su reinado; y así lo mostraba su cuerpo cuando
yo lo vi en el Cuzco, al principio del año de mil y quinientos y sesenta, que,
habiendo de venirme a España, fui a la posada del licenciado Polo Ondegardo,
natural de Salamanca, que era corregidor de aquella ciudad, a besarle las manos
y despedirme de él para mi viaje. El cual, entre otros favores que me hizo, me
dijo: «Pues que vais a España, entrad en ese aposento; veréis algunos de los
vuestros que he sacado a luz, para que llevéis que contar por allá». En el
aposento hallé cinco cuerpos de los Reyes Incas, tres de varón y dos de mujer.
El uno de ellos decían los indios que era este Inca Viracocha; mostraba bien su
larga edad; tenía la cabeza blanca como la nieve. El segundo, decían que era el
gran Túpac Inca Yupanqui, que fue bisnieto de Viracocha Inca. El tercero era
Huayna Cápac, hijo de Túpac Yupanqui y tataranieto del Inca Viracocha. Los dos
últimos no mostraban haber vivido tanto, que, aunque tenían canas, eran menos
que las del Viracocha. La una de las mujeres era la Reina Mama Runtu, mujer de
este Inca Viracocha. La otra era la Coya Mama Ocllo, madre de Huayna Cápac, y
es verosímil que los indios los tuviesen juntos después de muertos, marido y
mujer, como vivieron en vida. Los cuerpos estaban tan enteros que no les
faltaba cabello, ceja ni pestaña. Estaban con sus vestiduras, como andaban en
vida: los llautos en las cabezas, sin más ornamento ni insignias de las reales.
Estaban asentados, como suelen sentarse los indios y las indias: las manos
tenían cruzadas sobre el pecho, la derecha sobre la izquierda; los ojos bajos,
como que miraban al suelo.»
Inca Garcilaso de la Vega.
Comentarios Reales.