LA FENICE
«El teatro de La Fenice, donde se han estrenado tantas óperas magistrales,
y uno de los primeros del mundo, según la fama, se halla cerrado hace tiempo
por orden del gobierno austríaco, a consecuencia de las manifestaciones o
tumultos que allí ocurrían frecuentemente.
Ved qué tumultos eran estos.
Todos los grandes músicos de Italia han sido y son republicanos; lo mismo
Bellini que Donizetti; así Verdi como Rossini: por consiguiente, los argumentos
que han elegido para casi todas sus óperas respiran libertad e independencia.
Ahora bien, los druidas de Norma,
clamando contra la dominación romana; los suizos, alzándose contra el Austria
en Guillermo Tell; los Puritanos, gritando libertad y patria;
los mártires, caminando gozosos al suplicio con tal de no renegar; el pueblo
hebreo, gimiendo bajo los faraones en el Moisés;
Babilonia, escandalizada por Nabucco;
los amigos de Beatrice di Tenda,
pugnando contra la tiranía de Visconti, y otros tantos casos análogos como
abundan en las obras de aquellos maestros, eran estrepitosamente aplaudidos por
el público veneciano, que aprovechaba la ocasión para cantar desde palcos y
butacas, y a coro con los artistas, mágicas frases de ardiente patriotismo, que
los gobernadores austríacos no podían, sufrir con paciencia, tanto más cuanto que
en todas esas óperas lo straniero acababa siempre por ser degollado...
El teatro de La Fenice fue, pues, cerrado indefinidamente. »
Pedro Antonio de Alarcón.
De Madrid a Nápoles.
Gaspar Editores.