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domingo, 10 de octubre de 2021

ALLÁ EN LAS INDIAS





        UN TABARDILLO TAN VIOLENTO

Dióle el Rey cuantas facultades y poderes pidió, y el día ocho de septiembre le entregaron, como á Capitán General, los ministros reales la armada, que se componía de trescientas velas y veinte mil hombres, celebrándose con grandes alegrías, salvas y ceremonias; pero aquel mismo día le acometió un tabardillo tan violento, que le desahuciaron: recibió todos los Sacramentos, hizo testamento, y el día diecisiete murió, convirtiendo en llanto la alegría de todos; y el asombro general fué tan grande, que la armada no pudo conservarse, ni el Rey tuvo de quién confiarla.
Falleció tan pobre, que no hubo para cumplir su testamento, dejando a su fama más motivos de engrandecerle su pobreza, y para mayor honor suyo, no sólo apuró su hacienda, que pudiera ser la más opulenta de aquel siglo, sino la de sus amigos y parientes, exponiendo las vidas de todos por la tutela del Reino y perdiendo en sus empresas y conquistas un hijo, dos hermanos y muchos deudos y amigos.
Cumpliendo lo que dispuso en su testamento cerrado, otorgado en Santander a quince de septiembre de mil quinientos setenta y cuatro, fué trasladado su cadáver á la parroquia de San Nicolás de la villa de Aviles, en una arca barreteada de hierro, con sus aldabas y cerraduras, la cual pusieron sobre el mismo sepulcro que está en la referida Iglesia, al lado del Evangelio, empotrado en la pared y elevado seis pies del pavimento: encima del nicho que ocupa el arca y el sepulcro, están las armas que el Santo Rey Don Fernando dio a esta familia, que es un navío con una sierra en la proa, que va a embestir una cadena asida de dos castillos en la una parte del escudo, que está partido; en la otra, cinco flores de lis.

Gonzalo Solís.
Pedro Menéndez de Avilés.