UN TABARDILLO TAN VIOLENTO
Dióle el Rey cuantas
facultades y poderes pidió, y el día ocho de septiembre le entregaron, como á
Capitán General, los ministros reales la armada, que se componía de trescientas
velas y veinte mil hombres, celebrándose con grandes alegrías, salvas y
ceremonias; pero aquel mismo día le acometió un tabardillo tan violento, que le
desahuciaron: recibió todos los Sacramentos, hizo testamento, y el día diecisiete
murió, convirtiendo en llanto la alegría de todos; y el asombro general fué tan
grande, que la armada no pudo conservarse, ni el Rey tuvo de quién confiarla.
Falleció tan pobre,
que no hubo para cumplir su testamento, dejando a su fama más motivos de
engrandecerle su pobreza, y para mayor honor suyo, no sólo apuró su hacienda,
que pudiera ser la más opulenta de aquel siglo, sino la de sus amigos y
parientes, exponiendo las vidas de todos por la tutela del Reino y perdiendo en
sus empresas y conquistas un hijo, dos hermanos y muchos deudos y amigos.
Cumpliendo lo que
dispuso en su testamento cerrado, otorgado en Santander a quince de septiembre de
mil quinientos setenta y cuatro, fué trasladado su cadáver á la parroquia de
San Nicolás de la villa de Aviles, en una arca barreteada de hierro, con sus
aldabas y cerraduras, la cual pusieron sobre el mismo sepulcro que está en la
referida Iglesia, al lado del Evangelio, empotrado en la pared y elevado seis
pies del pavimento: encima del nicho que ocupa el arca y el sepulcro, están las
armas que el Santo Rey Don Fernando dio a esta familia, que es un navío con una
sierra en la proa, que va a embestir una cadena asida de dos castillos en la
una parte del escudo, que está partido; en la otra, cinco flores de lis.
Gonzalo
Solís.
Pedro
Menéndez de Avilés.