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lunes, 30 de noviembre de 2020

ALLÁ EN LAS INDIAS






COMO EL RAMILLETE DE MUZA


Siendo ya de edad mayor, pues tenía los diez y siete años, como digo tengo, pasando un día por una calle, en la esquina de una casa principal, estaba en un balcón una señora, a la cual se le cayó un ramillete que tenía en la mano, y abajándome por él, dijo un tío mío, llamado Alonso de Andrade de Avendaño, que conmigo iba:
―Este ramillete ha de ser de tanta inquietud como el de Muza.
Y esto porque me vido su marido alzarle del suelo. Fue así, que con no haber culpa de parte de nadie, mandó aquel caballero que me matasen. Fui avisado de un criado suyo, que era de mi patria y lo había librado de un gran trabajo, pagándome en esto lo que por él había hecho, que no fue de poca, importancia, pues llevé siempre la barba sobre el hombro. Y no por esto me dejé de ver muchas veces en grandes peligros de muerte, de que la divina Providencia me libró por intercesión de la santísima Cruz y ánimas del Purgatorio, de quien fui siempre muy devoto. Por causa de tan continua persecución me fue forzoso el dejar mis estudios, ponerme espada y aun irme de Sevilla, impetrando el favor de Francisco Duarte, fator y proveedor general, y de Don Jerónimo de Montalvo, alguacil mayor de Sevilla, para Don Juan de Cardona, por cuyo medio me prometió dar una bandera, y yéndole a besar las manos al Puerto de Santa María, me pasó el caso siguiente:
Estaba el dicho Don Juan de Cardona en su capitana, y llegándole a besar las manos me dijo:
―Una bandera mandé a aquellos caballeros, y no se la daré por dos cosas: la más principal es porque trae pantuflos, que no es de soldados ese traje, y la otra por sus pocas barbas.
Pedíle licencia para responder, y diciendo ya la doy, dije, echando los pantuflos al agua:
―Vuestra señoría me perdone, que no es justo que siendo mis enemigos estén conmigo. Y en lo que toca a las barbas, digo que no hace el hábito al monje; mas yo doy mi palabra a vuestra señoría de procurar servir tan bien al rey nuestro señor y a V. S. que cuando salgan merezca la bandera.

Pedro Ordoñez de Ceballos.
Viaje del Mundo.