LOS RECLUTAS NOVATOS
En realidad, los reclutas novatos no recibían
adiestramiento militar alguno que pudiera servirles para algo. Se me había
dicho que los extranjeros no estaban obligados a tomar parte en la
«instrucción» (observé que los españoles tenían la conmovedora creencia de que
todos los extranjeros sabían más que ellos sobre asuntos militares), pero,
naturalmente, me presenté junto con los demás. Sentía gran ansiedad por
aprender a utilizar una ametralladora; era un arma que nunca había tenido
oportunidad de manejar. Con desesperación descubrí que no se nos enseñaba nada
sobre el uso de armas. La llamada instrucción consistía simplemente en
ejercicios de marcha del tipo más anticuado y estúpido: giro a la derecha, giro
a la izquierda, media vuelta, marcha en columnas de a tres, y todas esas
inútiles tonterías que aprendí cuando tenía quince años. Era una forma
realmente extraordinaria de adiestrar a un ejército de guerrillas.
Evidentemente, si se cuenta con sólo pocos días para adiestrar a un soldado,
deben enseñársele las cosas que le serán más necesarias: cómo ocultarse, cómo
avanzar por campo abierto, cómo montar guardia y construir un parapeto y, por
encima de todo, cómo utilizar las armas. No obstante, esa multitud de criaturas
ansiosas que serían arrojadas a la línea del frente casi de inmediato no
aprendían ni siquiera a disparar un fusil o a quitar el seguro de una granada.
En esa época ignoraba que el motivo de este absurdo era la total carencia de
armas. En la milicia del POUM la escasez de fusiles era tan desesperante que
las tropas recién llegadas al frente no disponían sino de los fusiles
utilizados hasta ese momento por las tropas a las que relevaban. En todos los
Cuarteles Lenin creo que no había más fusiles que los utilizados por los
centinelas
George Orwell.
Homenaje a Cataluña.
Editorial Proyección.