EL RAPTO DE LAS MARXIANAS
«Una noche en Ann Arbor, ciudadela
sagrada de la universidad de Michigan, cerca de cuatrocientos estudiantes
aguardaban a la puerta del teatro, decididos a raptar a las chicas que formaban
parte de nuestro número. Vociferaban, chillaban y ojeaban la presa, ignorando
todas nuestras súplicas para que se retirasen. El empresario del teatro salió
muy nervioso y les rogó que se marcharan a sus casas, pero no estaban de humor
para dejarse convencer con discursos. Estaban dispuestos a apoderarse de
aquellas ocho jóvenes... o a hacer lo que fuera. Por lo visto, aquello no
constituía ninguna nueva experiencia para el empresario. No, no llamó a la
policía. No había suficientes guardias en Ann Arbor para hacer frente a
cuatrocientos muchachos desatados y enloquecidos por el sexo. Nos dio una
escolta mucho más eficaz. Llamó a los bomberos. Éstos sacaron rápidamente las
mangueras de los coches, las enchufaron en los surtidores de agua más cercanos
y empezaron a remojar a los estudiantes con incesantes chorros de agua a alta
presión. La multitud fue retrocediendo poco a poco, nos montamos todos en los
coches de bomberos y fuimos transportados sanos y salvos hasta nuestros
alojamientos.»
Groucho Marx
Groucho y yo