EL TURISMO Y LA INDIGESTIÓN
«Otra objeción es que
tu llegada coincide inevitablemente con una gran afluencia de otros visitantes,
lo cual ocasiona una erupción antinatural de rapacidad entre los habitantes de
las poblaciones más pequeñas. Uno se inclina a aceptar la impresión de que toda
la costa mediterránea está poblada exclusivamente por mendigos y vendedores de
recuerdos. Además, cada lugar que visitas está relativamente lleno de gente.
Esto es muy poco aplicable a un buque pequeño como el Stella, pero en el caso
de los grandes barcos que efectúan cruceros el efecto es desastroso para
cualquier apreciación auténtica del país. Ciudades como Venecia o
Constantinopla engullen esta afluencia sin sufrir una indigestión excesiva,
pero el espectáculo, que contemplé cierta vez durante la visita anterior, de
quinientos turistas que llegan por carretera para observar la soledad de un
pueblo en las montañas griegas resulta penoso y ridículo.»
Evelyn
Waugh.
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Península.